Un corredor de Alemania Oriental, Martin Zeichnete —durante la separación— escuchaba las emisiones radiales del otro lado del muro. Se enamoró del motorik y tuvo la brillante idea de usar el ritmo tan apropiado como pista de acompañamiento para su práctica habitual de atletismo. Recurrió a los rudimentarios sintetizadores rusos de la época.
Esta música pasó a formar parte del repertorio "secreto" del Programa Olímpico de Alemania Oriental. Así pues, durante más de 30 años esta excepcional música permaneció en el olvido.